Se hielan las
palabras, las letras, aflora la neumonía política y emergen días propios para el relax y la
lectura. Nada mejor que la poesía para atemperar fríos y sentir el escalofrío de
lo único. Leo algunos versos del estadista y poeta Solón y entierro la
vulgaridad diaria de renglones viciados de rusticidad. Hurgando me encuentro
con un mundo desconocido donde habita la esencia de ilustres pensadores que
hacen las delicias del ignorante y cuyo hallazgo amargo es a su vez un fruto
dulce. Para no establecerme en moradas de altiplanicie, me salgo del deleite de
ese vértigo y regreso al mundo primario donde tengo mi residencia. En esta
chabola de las letras me alumbra la luz del candil, recuerdos para que la
memoria viva y atenúo el frío con el calor de tu mirada. Hasta mañana.
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