La voz de la calle tiene
distintos sonidos donde se reflejan diferentes ideas y pensamientos para que
haya, de la desigualdad, consonancia. No son voces armónicas y de ahí el lógico
chirriar que a diario se escucha. Todos tratan de exhibir sus enseñanzas
haciendo gala de una solemne ignorancia. Para evitar contagios de los que
puedes morir harto de miserias, me aplico el siguiente proverbio: “Cesa,
hijo mío, de prestar oído a enseñanzas que te hacen divagar de la sabiduría”.
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