Sigue la hoz de la viperina
haciendo estragos con la muerte de RITA BARBERÁ. Hay contumacia a la
hora de matar a lo que ya no vive. España en el esplendor de un mundo salvaje,
lejos de utilizar la sensatez porque no la hay. Las viejas ideas se asoman y
produce una sensación agria y genera desencanto al ver juicios que no superan
el pasado y fluye como la espuma el esperpento del radicalismo, que no ilustra
al que lo practica y si delatan formas que no se pueden aplaudir. La muerte hay
que respetarla siempre que haya vivos que sepan interpretar los más elementales
principios de la educación.
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