El acto de renuncia al
sillón de PEDRO de Benedicto XVI, se enmarca en el más amplio modelo de
sencillez y humildad. Un gesto que hace de la ética, conciencia y moral, la
grandeza de ser honesto. Lo infrecuente de la historia, deja para pontífices de la política, la formula ejemplar del tiempo del adiós, para
no caer en la tentación del destiempo, lo no ético, moral y deshonesto. La
historia no renunciara a asentar en ella el decoro de un Papa que no renuncio a
ser humano.
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