Al día de hoy no hay
pretexto para que el pueblo siga en un estado de anestesia que induce a pensar
en una sociedad beligerante ante el clamor mundial de la corrupción. No se
puede eximir al Gobierno de responsabilidades que no asume, ni absolver de la tala
indiscriminada de derechos adquiridos. Los hechos son tozudos. Un Gobierno que
engaña vive en el descrédito permanente. Y con el embeleco como estandarte, no
hay mortal que pueda dar credibilidad al embaucador y practicante del camelo. Ningún
pueblo cree en su Gobierno. A lo sumo, los pueblos están resignados (OCTAVIO
PAZ)
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