El Xenillet fue en su
momento vestido de gala, pero se olvidaron de algo fundamental, cambiarlo
de ropa interior. Aquí los emblemáticos azules, ni celestes, ni
celestiales. Cuando a escasos metros de la guardería se acumula la basura, en
el barranco de la vergüenza, ¿no hay
parados que puedan acometer la
limpieza? No existe vigilancia y las calles no brillan por su pulcritud, la
solemnidad sería el esmero en cuestiones
tan primordiales como la sanidad y estar presentes donde se nota la ausencia.
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