Cuando un país está en
jarras viendo imperturbable los atracos
constantes de la clase política, habrá que preguntarse la razón por la cual
vive inmune ante sus propios intereses. Esta España cañí, de carajillo y siesta
la retrata muy bien Jacinto Benavente
en la siguiente cita: “Los pueblos
débiles y flojos, sin voluntad y sin conciencia, son los que se complacen en
ser mal gobernados”.
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