El país fluctúa al vaivén
de los acontecimientos, dicho sea de paso, poco populares y convincentes. Con
las cotas más bajas en la historia democrática en conceptos básicos, como el
empleo educación y sanidad, el pueblo vive el desconcierto de un Gobierno en el
final de una trayectoria, en la que se han vivido situaciones críticas porque
actuó de un modo cicatero con aquellos que no merecían el trato mezquino. A las
puertas de las Elecciones Generales solo cabe corresponder -no votando al PP- para
evitar que la pobreza no viva la penuria del sentido común de dirigentes
políticos que se han ganado el adiós y el hasta siempre.
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