domingo, 8 de noviembre de 2015

LA CÁRCEL

La CÁRCEL es la universidad del delincuente. Allí se forjan buenas carreras y de vital importancia es saber que quienes deciden que sean internados en el exilio de la libertad, posiblemente no estén limpios de conciencia. Tantas cosas que se reforman y las prisiones son prisioneras de conductas y tiempos primitivos. Las CÁRCELES necesitan una reestructuración de amplio calado, talleres ocupacionales, bibliotecas, psicólogos, educadores,  instrumentos que hagan posible que la estancia en ellas, sea el salvoconducto de la integración en la sociedad y no revierta en ampliar conocimientos para hacer más precisa la delincuencia. Yo no soy amigo de ellas, ni de la cadena perpetua, salvo en determinadas circunstancias. Por ejemplo: todos los políticos corruptos serían dignos de acabar sus vidas entre rejas, para que supieran lo que es el peculio, saborear el sosiego de la vida y calmar la ansiedad de robar. Hasta el pueblo lo aplaudiría. Y los que han hecho posible el hundimiento del país, habitar en ellas, sería ofensivo -por la dignidad de quienes ahora fijan allí su residencia- y aunque es incuestionable, que no es entrar en el reino de los cielos, sí entrarían en el averno lugar idílico de lo que por derecho les pertenece. El Tártaro es la morada de quienes cometen el delito de allanar el albergue de la dignidad.    

1 comentario:

  1. El roba gallinas es la carne de cañon de nuestras cárceles. Para ellos se hicieron. Para los politicos corruptos, para los amigos de hacer lo publico propio no se hicieron las cárceles. Para ellos deberíamos reeditar el Ades del ostracismo, con la única posibilidad de redimirse devolviendo lo robado, para luego desaparecer en el olvido. No hay cadena más perpetua para estos semidioses de barro que desaparecer de su Olimpo del chanchullo.

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