El mundo de la política es
enrevesado y a veces cruel. Es difícil encontrar compañeros sin tara porque el
más cercano siempre tiene el pie dispuesto para poner la zancadilla. Como
observador a tiempo parcial de este colectivo, siempre he visto a estrategas
del palo en las ruedas o, lo que es igual, al miserable de chaqueta y camisa
blanca sin que signifique inmaculado. No
hay que distraerse.
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