Las guerras
intestinas de los partidos políticos son el ecosistema sostenible de pasiones
incontroladas y adorables vicios que no saturan la avaricia. El ser humano en
el apogeo de la constancia de privados sueños públicos. La grandeza de
aspirantes a la bicoca es llegar a la
médula del alma de los pueblos vestidos de desnudez.
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