¿Qué tal su
rodilla? ¿Y sus muletas galácticas? ¿Funcionan a su gusto? Ya sabe Majestad que
en España hay muchos españoles arrodillados y sin muletas, personas que viven
en la precariedad más absoluta, tratando de sobrevivir en esta jungla selvática
en la que el ser humano se manifiesta con escasa humanidad, y mirando de frente
los lujos que lleva consigo la realeza y la nobleza; y nobleza, obliga
Majestad, a defender los derechos de quienes son atropellados con vileza
cainita. Y al mismo tiempo Majestad, mirando este mundo tétrico de pobreza
asentados en el asfalto de la vida, y pensando Majestad en su palacio de
adoquín, un poco más agreste que el de Marivent donde suelen pasar las
vacaciones su Majest
Hay Majestad un
alzamiento de españoles “indignados”, por cierto, con “dignidad”, que
representan la sombra de lo que no brilla, de políticos capaces de sumergir a
este país en el que vive y reina, en un caos en el que ondea la bandera de la
corrupción y la ineptitud. Majestad, ante hechos irrefutables ¿se siente un
“indignado” más, o menos?
Ante esta situación
Majestad, un Jefe de Estado no se puede amparar en el silencio, en el que calla
otorga, en la complicidad subliminal de lo no sublime, si su Majestad acuño
esta frase: hablando se entiende la gente, la gente no entiende de silencios
tan ruidosos.
En España hay cinco
millones de parados que merecen respeto y solidaridad, y ante la falta de
gobernantes responsables y honestos, la voz y la palabra del Jefe del Estado en
circunstancias que así lo aconsejan, deben poner orden en el deterioro y ser
ejemplo para evitar consecuencias impredecibles.
Mientras tanto
Majestad, el pueblo piensa en el estado del bienestar de la Monarquía del que
él es ajeno, en la Monarquía, y no deja de pensar en la REPÚBLICA.
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