No sé si escribir
esta tarde Kafka, del Moldaba que desemboca en el Elba, de física cuántica, del
psicoanálisis de los sueños o de las frustraciones de la vida. Cerrado lo que
estaba abierto, me refugio en el estrecho laberinto de mi despacho, donde el
pensamiento puede explotar y reivindicar la revolución social, las armas
desarmadas, el fanatismo enterrado y el sentido común, la masa madre de la
sinrazón. Me acompaña la soledad y el silencio sepulcral invita a viajar al
infinito, cuyo trayecto se va forjando letra a letra y renglón a renglón para
tratar de alcanzar la gloria que estando lejos, sea la imaginación el elixir de
volar sin alas. En esta tarde de calma y
en el pórtico de la estación de la vida, me lleva la memoria a recordar la
célebre cita de D. Pablo Neruda, “Podrán
cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”. Curiosamente
la estación de la vida, queda hipotecada por la muerte y la primavera seguirá
el curso de su vida. Hoy, que el país
está sometido al confinamiento, y con el pánico metido en el cuerpo, hay que
hacer un hueco para la GRATITUD a los servidores públicos y
el despertar tardío del Gobierno.
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