jueves, 26 de marzo de 2020

EL CAUDAL DE LA IMPOTENCIA



Anoche mi señora y yo salimos al balcón a la hora del obligado y justo aplauso a los socorristas de la sociedad enferma. A mi señora le embargó la emoción y se puso a llorar para contagiarme el sentimiento patrio. Mi perro ladraba al unísono de las lágrimas y afloraba el sentimiento de verdad.  Nos fundimos en un abrazo y fue un momento de auténtica solidaridad con los solidarios. Brotó la sensibilidad y los lloros enjugaban las penas. El balcón de la cerveza y mejillones convertido en el pórtico del dolor de los compatriotas. Las lágrimas eran el caudal de la impotencia.  

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