Los partidos políticos, piden préstamos como si fueran pasteles, suelen endulzar, para acabar amargando. Y con la ventaja añadida, de la benevolencia de un par de años de carencia. Los ciudadanos de este país, autónomos, y pequeñas empresas, están lejos de tener esas ventajas, ni esas, ni otras. Esas diferencias, son la consecuencia, del mundo de la desigualdad. El que existió, existe, y seguirá existiendo. Para que cambiar, si al que le va bien, no le hace falta.
Habrá que decirle al Obispo de Alcalá, que haga una condena expresa de estos ventajistas, porque eso lo sabe hacer mejor que nadie. Y seguro que hasta Dios lo atiende, otra cosa es que lo entienda. Monseñor, no están los tiempos para sermones en desuso. Viva y deje vivir.
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