Paseaba Elisa Ortiz entre la hoja cobriza del otoño, el lugar
ideal y pensando lo cruel que es el tiempo cuando pasa y no se vive, y entre el
recorrido del inmune espacio y el itinerario de la vida, dista un mundo. Pero apetece esas experiencias donde
la sensibilidad te atrapa para que las emociones afloren y te transporten al
mundo invisible donde el ser humano tiene la capacidad de sentir. Y al pie de la Encina la sombra que brilla. Te faltó admirada escuchar en ese
momento el “Vals de Elisita”, tú, Danubio celeste, para que ese día hubieses hallado
lo eterno. Pero seguro que anida en tu corazón el tiempo encontrado.
Sí, es cierto, me faltó el Vals, ahora, las palabras Amigo.
ResponderEliminarQué regalo ser visible para ti admirado.