Al
mundo político le hace falta frescura, limpieza y oxigenar la mente con
perfumes que la naturaleza ofrece, lejos de contaminaciones que corrompen la
moralidad de esclavos de la moralina. Un cambio sustancial, en el que no cabe
el recorte ni el desahucio de la sensatez y nuevas formas de actuación que
liberen al ciudadano de la carga de pensamientos que mortifican. Que no haya
demora.
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