Es posible que la
figura del gánster con revolver y sin balas se instale en la vida política o,
mejor dicho, ya tenga su aposento. No soy amigo de la mediocridad ni del
barriobajismo que ya intuyo y si voy a dejar claro que si harto estoy del
bipartidismo, lo prefiero al hedor que emana el caos emergente. La política que
yo concibo se enmarca dentro de la seriedad, rigor, tolerancia, igualdad y
honestidad. En ningún caso vulgar y
mezquina. Mi revolver es la urna y mi bala la papeleta que diferencie lo
útil de lo que no sirve. Juntos si, revueltos no.
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