martes, 14 de abril de 2015

ESA VIDA SERÍA MI GLORIA



Me gustaría acabar mi vida viviendo en la calle, con el cielo de techo, el contenedor de plato y la limosna del prójimo. Vivir con la cruz de la pobreza, el frío que congela y el calor que arruga la piel de ausencia de calor. Mirando caer la lluvia para entretener la mirada y ver amanecer con la escarcha en la barba. Con la propiedad privada del banco de madera, el perro de compañía y el pan del libro. Sería feliz con esa vida porque es compartir sentimientos con los que sufren la indignidad que la sociedad permite. Sería la vida ambulante de un vagabundo buscando dormir los sueños en sábanas de cartones y ducharme de mugre para evitar sequias del alma. La vida de múltiples pasos y distintas residencias, la vida donde las puertas de la calle no se cierran para que otras permanezcan con candados. La vida, que anuncia tristeza sería el gozo de la alegría, la vida que como tantas otras deambula por el mundo sin encontrar la Tierra Prometida. Esa vida sería mi gloria. 

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