Son
habituales las ramificaciones familiares en los partidos y, en ocasiones, el
detonante de discrepancias que generan no pocas desavenencias. EL PP no es
ajeno a la problemática y hoy vive en sus carnes la división y la
inestabilidad. Cuando no se sabe controlar las divergencias de la familia, el
caos puede ser el siguiente parentesco que acabe con un modelo de intereses que,
a tenor de lo que se ve y se oye, no interesa.
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