URDANGARIN, ha pasado las fallas quemando energías con esos trotes tan peculiares marca de la casa. Alejado del mundanal ruido, vive entre el sosiego de la lejanía, y con la soga al cuello de la “implacable justicia”. Y la cárcel deseosa de ver un personaje de alto linaje tomando el sol en su propio patio. Es, una invitación real. Al menos se ahorrará de arenas movedizas de Marivent. Y además, con la suerte posiblemente, de tener de compañero, a JAUME MATAS. La verdad es que la situación invita a aislarlos unos años de viciados vicios.
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