El
Papa Francisco rompe moldes. Ya era hora de cambiar el espíritu y la letra de
un mundo arcaico. Sencillo, humilde y valiente, es capaz de aseverar que nunca
fue de derechas. Lo mismo el colectivo se hace ahora ateo. ¡Santo Dios! Y
admite una evidencia que nunca fue bien vista por el Vaticano, la
homosexualidad. No son baladíes estos pronunciamientos de enjundia. Y no se
escapa la cofradía de fariseos que forman la lacra de ese universo bienhechor. ME GUSTA ESTE PAPA.
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