La Infanta y
Urdangarin siguen ese camino de calvario entre el euro y la buena vida. Y el
juez Castro inmerso en la encrucijada de amontonar pruebas hasta que puedan
evitar la residencia de Bárcenas. Las pruebas de las que dispone la justicia no
son suficientes para embarcarlos en el patio del sol, morada de las sombras. Y
el pueblo atónito esperando la noticia para creer en la justicia. Es más creíble la
injusticia.
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