Época
de comidas fraternales, almuerzos y momentos para desprenderse del estrés
acumulado durante el año que finaliza. Época de análisis de las cosas hechas y
de las que se han quedado en el camino. Época de acopio de marisco, chuletones,
buen vino y turrón. Lo que hace feliz,es que no haya privaciones de lo
fundamental, el pan nuestro de cada día. El
pobre desgraciadamente siempre está ligado a la ostentación de las penurias, a
la manta de cartón, a la intemperie y a la limosna. Cruel.
Y tan cruel.
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