EL AÑO QUE TERMINA

El año que termina ha sido pródigo en la inestabilidad mundial y el vaticinio para el nuevo no apunta a ser mejor. En nuestro país hemos asistido al  atentado de Barcelona, al clamor de la independencia, al recurso del Gobierno del 155, al diálogo del silencio, a ver a un cobarde en Bruselas, a políticos corruptos entrando y saliendo de la cárcel, a los desmanes de la violencia de género y a la taquicardia que produce la inseguridad de los seguros. Hemos visto a una nueva hornada de políticos, muchos de ellos sin cocer y otros cocidos y alguna excepción a tener en cuenta. En la tierra hemos visto el florecer del mayo de María José Catalá y, a su vez, el otoño, a Jesús Ros, el resplandor del alba  para alumbrar en la densa oscuridad de su partido, a “La Emérita” fuera de nuestra memoria selectiva porque nada bueno podemos recordar, a Pau Alabajos el halcón de la política con garras de paloma mensajera, a Enrique Campos en el trampolín del caos y a Jaume Santonja recordándome a San Agustin de Hipona y una célebre cita: “Da lo que tienes para que merezcas recibir lo que te falta”. No hemos dejado de ver a un grupo Municipal del PP en el ocaso de la oposición, a un equipo de Gobierno solvente en la precariedad, al grupo Municipal de Compromís entre vaivenes, al grupo Municipal de Ciudadanos como interinos de la vida política y el grupo Municipal de Guanyant paseando en la política pensando que es una calle peatonal.  FELIZ NAVIDAD.