Hay gente que me mira de
reojo y a veces con la mirada torva, que es señal inequívoca de no buenos
augurios. Aunque hay que decir que de todo hay en la viña del Señor. Cuando el
libre pensamiento da rienda suelta a sus opiniones sobre la base del análisis
imparcial, siempre levantas amores y odios. La grandeza de utilizar esas formas
es vivir sin ataduras que priven la libertad de expresión. A mí me gusta mirar de frente y
evitar la mirada patibularia.
Es el precio a pagar del libre pensador.
ResponderEliminarCercanos tuyos de derechas te extraditaban. Como en los mejores tiempos de Franco. Y dicen que no son franquistas ¡Ay!
ResponderEliminarLe sobraría asilo.
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