El pueblo tiene la
oportunidad de hablar en los plenos -últimamente con tiempo limitado- que
se celebran mensualmente. Resulta paradójico que los ciudadanos tengan que
aguantar cuatro horas a sus señorías y
te encuentres con la limosna de tres minutos y en
alguna ocasión te retiren el micrófono. Mientras no se insulte y se falte el
respeto hay decisiones que no son aceptables. En la CASA DEL PUEBLO los
ciudadanos tienen derecho a utilizar la palabra y ser escuchados y, sobre todo,
sus señorías a ejercer la educación con el silencio. No siempre se han dado
esas circunstancias.
Eso demuestra la clase de demócratas que tenemos en el Gobierno.
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