El Gobierno más “impopular” que popular, está sumido en una
situación caótica, y con poco margen de maniobra para salir del atolladero
donde está situado por voluntad propia. Sin credibilidad y confianza de los
ciudadanos, está abocado a abandonar esa resistencia numantina del silencio, y
abordar en el hemiciclo lugar donde reside la soberanía del pueblo, la
obligación moral -si queda- de dar las explicaciones que el ciudadano exige. La
persistente actitud de escapismo, hace pensar la no menos persistente duda.
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