Afortunadamente los tiempos van cambiando, asistimos sin
sobresaltos y con naturalidad, a huelgas, manifestaciones y escraches. A lo que
no deja de ser natural, la reivindicación justa y medida. Cambian los
tiempos pero no a la velocidad que los mismos exigen, demasiado pausado. Y no
hay vuelta atrás de acontecimientos necesarios para no morir extenuados de
complacencia ante la guillotina de verdugos que merecen la ejecución del
despido.
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