En ese
estado pírrico de estabilidad en el que vive acosado por Bárcenas, Rajoy
debe dimitir. Lo honorable es poner fin al suplicio del deshonor. Rajoy el
breve debe ser pasajero de lo efímero con su corte celestial. Esos pobres
bienaventurados que han pasado el martirio del momio ensobrado. ¡Pobrecillos!
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