Mañana de tertulia y café
para que dos ricos hayan saboreado el
inagotable caudal y patrimonio de la pobreza. Sin pretender desnudar a los
vestidos (sería incapaz de dejarlos a la intemperie) si quiero, al menos,
narrar el momento de la mañana con dos pensionistas
amigos de la ironía y el aticismo. Javier Grau, compañero inseparable de la
retórica e impresionista del verbo, conserva, a pesar de sus muchos años, lucidez mental y perspicacia que pasea con el lujo
de saber que ese Bachiller es difícil de conseguir. Y Ricardo Rico, con la
insignia de plateados años en su cabeza, esconde para enseñar la sabiduría que
va emergiendo a través de la charla y que solamente es propia de quien acumula tiempo y es docto del saber.
Dos ilustres que destilan la cátedra del afecto para que la mañana mantenga las
constantes vitales de la cercanía. Un placer amigos. ¿Y qué es eso de aticismo?) Al fin y al cabo yo soy el pobre.
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