viernes, 14 de noviembre de 2014

LA TARDE DE UN VIERNES



Mi ordenador es cómplice del silencio que rodea mi pequeño despacho con 80 libros encima de la mesa, cientos de folios escritos, anotaciones en múltiples servilletas de bares, recortes de prensa y, a la derecha de mi mesa, el libro con los discursos de Manuel Azaña. Reposa aquí, en gloriosas páginas, la sabiduría de Rubén Darío, Jorge Luis Borges, Antonio Machado, Miguel Hernández, Pedro Salinas, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, José Martí, Federico García Lorca, Miguel Delibes y Antonio García Trevijano y su Teoría Pura de la República. Distintos géneros literarios enfatizando en el mundo de la poesía porque es quizás, el alma mater del sentimiento amoroso y místico. Las sensaciones que transmite el mundo poético lo definió así Narciso Campillo: “la manifestación de la belleza a través del lenguaje”. La poesía nos identifica con la parte emocional que nos hace vibrar y vivir en el mundo lejano que nos acerca, son sensaciones que te desnudan y te visten. A veces pienso que la poesía es el mar, las olas las letras y el rio el cauce de nuestro baño literario.  

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