Mi
ordenador es cómplice del silencio que rodea mi pequeño despacho con 80 libros
encima de la mesa, cientos de folios escritos, anotaciones en múltiples
servilletas de bares, recortes de prensa y, a la derecha de mi mesa, el libro
con los discursos de Manuel Azaña. Reposa aquí, en gloriosas páginas, la
sabiduría de Rubén Darío, Jorge Luis Borges, Antonio Machado, Miguel Hernández,
Pedro Salinas, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, José Martí, Federico García
Lorca, Miguel Delibes y Antonio García Trevijano y su Teoría Pura de la
República. Distintos géneros literarios enfatizando en el mundo de la poesía
porque es quizás, el alma mater del sentimiento amoroso y místico. Las
sensaciones que transmite el mundo poético lo definió así Narciso Campillo: “la
manifestación de la belleza a través del lenguaje”. La poesía nos identifica
con la parte emocional que nos hace vibrar y vivir en el mundo lejano que nos
acerca, son sensaciones que te desnudan y te visten. A veces pienso que la
poesía es el mar, las olas las letras y el rio el cauce de nuestro baño
literario.
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