martes, 11 de noviembre de 2014

SUEÑEN



Voy pisando en el paseo de la tarde, las hojas de los árboles abatidas por algún vendaval y anunciando, con su cobrizo color, la estación otoñal y el desnudo majestuoso de enhiestos robles y álamos. Se respira paz y te invade el relax en este recorrido en el que recrearse es ver el tupido follaje, aleteando a los pájaros y, su buhardilla, las ramas del esqueleto del tronco. Es sublime el encanto de este itinerario plácido que es una caricia de la época y del estío la sombra protectora que mitiga sudores. Lejos de agotar, genera fuerza y los desguarnecidos árboles que cubren la tierra con las esporas de su alma son el éxtasis de la mirada que queda anestesiada de ver tanta belleza. 

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