sábado, 15 de noviembre de 2014

UN PASEO POR LA AVENIDA AL VEDAT



Decido darme un paseo por la que fue Avenida del País Valenciano, hoy Avenida al Vedat y, mañana, Avenida de las Naciones, por aquello de ser un paseo universal. Y, aunque subir su cuesta genera dificultad y doblega las piernas, fluye por las arterias la necesidad de vivir, a paso lento, esta epopeya minúscula, para que el lector pueda pasear desde la comodidad del sofá. Me voy recreando con las personas asentadas en los bancos, sus cabezas plateadas y su vida en reposo. Casi latiendo al compás de mi paso. Los pájaros, escasos, ponen acento a la tarde ejercitándose con sus vuelos, y el césped verde invita al revolcón y a la meditación. La salida de los estudiantes de sus colegios pone la algarabía para conmover tanto silencio, y la vida a un paseo más anunciador de decesos. La fuente que adorna el paseo alivia la sed, y el pañuelo mojado refresca sudores inevitables. Jóvenes y mayores se ejercitan practicando footing. El culto al cuerpo forma parte diaria para exhibir la belleza que va dejando la grasa con esos trotes; que verlos no hace posible el agotamiento de la curiosa mirada. Y esas garrotas, que apoyan manos con la piel de manchas y arrugadas por las que yo tengo veneración, son fiel testimonio de ser emperadores del tiempo. Y, el tiempo, amigo inseparable de quien lo consume para hacer de él su presa favorita. Entre pinos, palmeras, y flores diversas, es el mundo variopinto, que hacen a este paseo atractivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario