Los partidos políticos de la
tierra viven en la eternidad porque no dan muestras de estar vivos. La buena
educación me lleva a desearles la paz en ese mundo y rezaré algún PADRE NUESTRO por
conocidos desconocidos. Inamovibles a su estado invernadero, nadie es capaz de
dar señales de vida y, habituados a esa comodidad, solo cabe esperar a que las
urnas sean el despertador de los dormidos.
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