La incultura es el mundo que
te desnuda y te aparta del smoking de conocimientos para hacer del harapo la
página rota de la sapiencia. Privado de ese lujo, la perseverancia me lleva por
caminos en los que entro y salgo en silencio, con miedo a lo desconocido y
llevándome la ignorancia a recordar la cita de Sócrates “Solo sé que no sé nada”. Como el que no quiere la cosa, la osadía
me hace hurgar en la vida de Santo Tomás de Aquino, teólogo, filósofo y
referente de la escuela tomista y neotomista y, con tenue voz digo,
buenos días. Con la vergüenza lógica voy leyendo, haciendo intermitentes
paradas y tratando de encontrarle sentido a lo que leo. No tengo a mano a
maestros como Alejandro Hales o Alberto Magno por lo que me quedo sin lecciones
de gramática, moral y religión. Ni puedo dejar ningún opúsculo escrito porque
tengo el tintero vacío y la hambruna del desconocimiento. Regresaré al futuro.
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