Decía
Kennedy: “Un hombre inteligente es aquél
que sabe ser tan inteligente como para contratar gente más inteligente que él. Aquí
se da el caso contrario para encontrarnos con un panorama político donde la
inteligencia brilla por su ausencia. Es tal el egoísmo, que se prefiere al
lerdo que aquel que pueda hacer sombra al supuestamente inteligente. Y nos
encontramos con la mediocridad -seré
generoso- que ahora mismo tenemos en el CONSISTORIO. Visto lo que hay, sobran las palabras.
Y tanto que sobran.
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