Con comportamientos
atávicos, siempre se está sujeto a que los avances se enquisten, y hagan
imposible el progreso. No enterrar el pasado, es vivir en la oscuridad, y
perpetuarse en un estado encadenado. Son muchos los que todavía, beben los
vientos de tiempos, que no auguran tiempos mejores. Y permanecer en él,
es estar ausente del presente y del futuro. Si bien hoy, es el futuro más
prometedor del mañana. Pero es necesario, no dejarse llevar, por la impronta tardía, de atardeceres que amanecen.
Hagamos el esfuerzo, de que hoy la vida deje de pertenecer al ayer, porque el
ayer, perteneció a otros, y podamos mañana ser el ayer, que vivió viendo
amaneceres que anochecen.
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