El 15-M, “ha generado un sentimiento globalizado”, y con él, la protesta civilizada, ante determinaciones gubernamentales, que la sociedad considera un allanamiento al sentido común, un vasallaje al bienestar social del ciudadano, y un atraco a cara descubierta, al que no le quedan fuerzas para levantar los brazos. Es una hazaña, matar al muerto. Cuando al pueblo se le expropian sus derechos, es obvio y legal, así lo dice la constitución, que exista esa revolución convulsiva, y pacífica, para poner freno al desmán permanente, de quienes piensan, que el pueblo es un atajo de borregos. Y ese pueblo con la razón, puede significar la tumba, del Gobierno sin ella. Cuando se juega con la falta de respeto, con la sostenibilidad del día a día del ciudadano, con la tortura de estar pensando, que te pueden quitar mañana, se infringen normas que merecen respuestas contundentes. No haré de la guerra ningún elogio, pero si elogiare, a aquellos que defiendan sus derechos, haciendo de la guerra, el medio para no morir, de una forma indigna.
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