martes, 15 de mayo de 2012

EL CURSO

El curso de la vida política, sigue de forma acelerada, al encuentro del final del curso, para comprimirlo, en cursillo. Cuatro años, configuran la flagelación de un pueblo, que no puede soportar el dolor al que se le somete. Y no estaría mal, semejante aceleración, para evitar la prolongación del dolor, y hacer de la brevedad, la amortiguación de su calma. No es concebible vivir, y morir antes de la fecha de caducidad. Y lo es menos, porque nadie tiene legitimidad moral para poner fin a los principios más elementales de las personas. El abuso como norma, adquiere por derecho propio, el final del que establece su práctica.

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