El verso suelto del
Consistorio vive con la esencia de algo encadenado con lo que nunca muere. Lujo,
por cierto, al alcance de pocos. Es legible lo que seguramente no se
entiende y ya me gustaría ver a despiertos despojándose de letargos que puedan
concebir la lectura como el trago que alivia la sed y ahuyenta restricciones de
conocimientos. Leer es el atajo ideal para no llegar el último a la meta.
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