sábado, 29 de septiembre de 2012

LOS POBRES. AL SABIO.



Los pobres siguen en su sombrajo ahuyentando calores que asfixian, postrados en su yacija como maceta en su umbráculo. Y viven la eterna longevidad de ese mundo que languidece, se debilita, sin deteriorar el alma de la pureza. Y en ese recóndito lugar, en ese mundo insólito, pasaran los días entre la acidia y la molicie, para guarecerse del mundo que los condena. Y canijos y escuálidos devoran el hambre para morir hartos de lo que les quita la vida.

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