sábado, 29 de septiembre de 2012

QUE SENCILLO



La vida es una constante de egos, vanidades y envidias. Estamos acomodados y ensimismados con el verbo tener, tener una casa, chalet, coche, y una piragua. Y no nos saciamos de lujos innecesarios. Y no tenemos en cuenta que el verbo ser dignifica mucho más, ser tolerante, sensato, coherente, racional, y sobre todo persona. Las diferencias son sustanciales y el trayecto distinto.
En estos tiempos de reclamaciones sociales “justísimas”, me apetece fundir todos esos adjetivos y reivindicar el estatus de pobre,  precisamente porque ese es el lujo del que quiero disfrutar.  No quiero un  árbol, pero si su sombra. Que sencillo.

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