La vida es una constante de egos, vanidades y envidias. Estamos acomodados
y ensimismados con el verbo tener, tener una casa, chalet, coche, y una
piragua. Y no nos saciamos de lujos innecesarios. Y no tenemos en cuenta que el
verbo ser dignifica mucho más, ser tolerante, sensato, coherente,
racional, y sobre todo persona. Las diferencias son
sustanciales y el trayecto distinto.
En estos tiempos de reclamaciones sociales “justísimas”, me apetece fundir
todos esos adjetivos y reivindicar el estatus de pobre, precisamente
porque ese es el lujo del que quiero disfrutar. No quiero un árbol,
pero si su sombra. Que sencillo.
Que dificil Evencio.
ResponderEliminarMemorable amigo memorable.
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