jueves, 1 de octubre de 2015

QUE SENCILLO



La vida es una constante de egos, vanidades y envidias. Estamos acomodados y ensimismados con el verbo tener: tener una casa, un chalet, un coche y una piragua. Y no nos saciamos de lujos innecesarios. Y no tenemos en cuenta que el verbo ‘ser’ dignifica mucho más: ser tolerante, sensato, coherente, racional y, sobre todo, persona. Las diferencias son sustanciales y el trayecto distinto. En estos tiempos de reclamaciones sociales “justísimas”, me apetece fundir todos esos adjetivos y reivindicar el estatus de ‘pobre’, precisamente porque ese es el lujo del que quiero disfrutar. No quiero un árbol pero si su sombra. Que sencillo.

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