Mariano Rajoy
es ahora mismo un obstáculo para cualquier negociación. Su brillantez en la dejadez ha
sido determinante para encontrarse en esta situación. Los tiempos
nuevos requieren más acción y determinación y salir de ese mundo estático muy
arriolista que quizá conlleve el finiquito. El resto de partidos sigue su
peregrinación con la hucha en la mano esperando que la generosidad del Estado
ponga a disposición de los amantes de la codicia la seguridad a plazo fijo. Adalides
de la vergüenza ajena.
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