Estaba pensando en dejar el
pensamiento en reposo y esperar a que la nueva historia de España dé comienzo
su andadura para contar sus principios, sin pasión, con moderación y haciendo
de la crónica un relato auténtico de aconteceres que por nuevos son
desconocidos, naturalmente si el tiempo lo permite. Este momento de la
historia ni me cautiva ni me fascina, simplemente me encuentro expectante viendo
este drama circense en plena vigencia de la democracia y recordando los
principios republicanos de libertad, igualdad y fraternidad. La
democracia, todavía exigua de demócratas, vive en esta selva política con la
cerilla en la mano y la más que probable deforestación. La España
monárquica se asienta hoy en el trono de la justicia, la Cataluña
independentista dependiendo del artículo 155 de la Constitución y el país sin
Gobierno para que la España bananera sea homologada. Estaba pensando en dejar
el pensamiento en reposo para cuando vuelva ver a un país de demócratas,
políticos honrados, a los que se juzgan en la cárcel, el conflicto catalán
resuelto, un Gobierno de izquierdas con sentido común y un pueblo adulto. Me gustaría narrarlo.
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