La mesa de mi despacho
sigue en las antípodas del orden a pesar del cambio de año. Apuntes en folios
amarillentos del paso del tiempo que su esencia tienen, recortes de periódicos
con anotaciones que ya piden la guillotina, algún BIM para que no me olvide de
Ana Coronado y libros para que el tiempo tenga su mejor inversión y la mirada
encuentre el espejo de su vida. Siempre impregnado de letras porque es el
cordón umbilical de momentos que hacen vivir. Como decía Mario Benedetti: “Estábamos,
estamos, estaremos juntos. A pedazos, a ratos, a párpados, a sueños”. Hay
amores que germinan, brotan y se desarrollan hasta que la muerte nos
separe.
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