De los que vuelven prefiero no hablar, y de los que están mejor no callarme. Los dos forman parte de la
incredulidad nacional, hasta el punto de que ellos son un relampaguear de sus
propias creencias. Hay un déficit con el pueblo de honestidad que no podrán
pagar, y caminan por el mundo con esa mochila de escasez. Y vacía de moral y vergüenza, “pesa
como una losa”. De ahí que en las próximas elecciones, no se pueda evitar el cambio. Con tanta merma de valores, el castigado ciudadano debe valorar más lo que vota.
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