Después
de la última cena, se demuestra (no hacía falta) que Jesús Ros solo le
hace sombra su quijotesca figura, creer en otra cosa es perder el
tiempo. Hay esforzados en seguir al pie de la letra sus mandamientos, para que al mismo tiempo se
inhabiliten. Y ver a tanto incapaz junto resulta tétrico, tanto arrodillado
cuestiona la capacidad, independencia y los valores morales de cada uno de
ellos, y tanto sumiso al amo causa estupor y vergüenza ajena que es la peor de
las vergüenzas. He dejado de creer en todos, porque todos no
son nada.
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