La
revolución social es de imperiosa necesidad. Un pueblo no puede ser esclavo de
un destino que él no elije. Bien está como película el Árbol del ahorcado, pero
en la vida real no se puede permitir suicidios por no poder pagar hipotecas
cuando los bancos estafan a sus clientes, y el Gobierno impasible presencia el
atraco. Añadamos a los ciudadanos que se amontonan en el paro y este ejecutivo
es incapaz de buscar soluciones inaplazables como son el techo y el pan. Y con
el agravante de vender ilusiones banas a corto plazo, cuando el día a día se
hace kilométrico. Por esa razón es necesaria la revolución social.
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